Miguel Ángel Alcántara, docente de la  Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) y Coordinador de la Maestría en Nutrición Pública – FIAL ; Alberto Maurer, viceministro de Políticas Agrarias; Paola Bustamante, exministra del MIDIS y Fernando Eguren, presidente del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), analizaron esta tarde los problemas de oferta y demanda alimentaria suscitados por la pandemia en el 8vo Diálogo virtual CIES: Perú Sostenible. También participaron del diálogo, organizado por el CIES y la UNALM, Fernando Castro, coordinador de proyectos de seguridad alimentaria y desarrollo rural de la FAO Perú y José Luis Chicoma, director de Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas México.

A modo de contexto, según Alcántara, hasta el año pasado 6 millones y medio de peruanos(as) -el 20.4% de la población- se encontraban en situación de pobreza monetaria y más de 900 mil tenían ingresos insuficientes para alimentarse adecuadamente, equivalente al 2.9% de peruanos. En otro rubro, en el último trimestre del 2019, se registró más de 9 millones de personas en situación de déficit calórico -el 29% de la población-, cifra bastante superior a las anteriores variables meramente económicas. De estos, cerca del 80% se encuentra en el medio urbano.

Como consecuencia de la pandemia, ha habido menos abastecimiento a las ciudades. Lima Metropolitana estuvo menos abastecida en frutas, pollo, carne de ganado y tubérculos a comparación del año anterior. Muchos productos registraron menores precios en chacra, como la cebolla y la papa. Por tanto, hay un riesgo de menor producción agrícola, pues los productores tuvieron menos ingresos. Ello se suma a la estimación realizada por CEPAL, que expone que la pobreza extrema subirá hasta 6%, significando casi dos millones de personas incapaces de alimentarse adecuadamente. Para Alcántara, citando a la FAO, esto supondría pasar de una crisis sanitaria a una crisis alimentaria.

En otro momento de su participación, el docente y especialista acotó que la población rural podría no tener dinero para comprar alimentos, pero resuelven el problema desde un punto de vista calórico con el autoconsumo y «tienen una conducta más racional desde el punto de vista del consumo». El problema son las zonas urbanas donde muchas familias no cuentan con refrigeradora. Sugirió que debería realizarse una mesa de concertación alrededor de la seguridad alimentaria.

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